Las mamás son las que más se preocupan y ocupan de la casa
(la comida, la limpieza y algunas hasta llevan el sustento), de los hijos y su
educación, y de mil cosas más.
Lo que es un hecho es que hacen maravillas con el gasto
familiar, le ponen un poco acá y otro acullá, y terminan pagando la renta, el teléfono y la luz. ¿Te suena familiar?
Si bien no existen recetas únicas para administrar el hogar,
sí existen algunos secretos para darle sazón a tus finanzas. ¡Seguro tú tienes
los tuyos! Aquí te compartimos los nuestros: una especie de receta financiera.
1. Amasa tu presupuesto
Tal vez seas de esas mamás que traen todo en la cabeza:
colegiaturas, zapatos, despensa, etcétera. Pero es preciso que todos esos
gastos y también tu ingreso, los registres, uno a uno, en hoja y papel; si te
quieres ver más moderna en una hoja de Excel o alguna app que te ayude.
Luego saca tu balance, la idea es que tus ingresos siempre
sean mayores que tus gastos, lograr esto hará que no te andes tronando los dedos
al final de cada quincena.
Una vez que consigas un excedente (ahorro) mensual, olvídate
del “hubiera”, estás lista para alcanzar tus metas. ¡Esas con las que tanto has
soñado!
2. Derrite tus deudas
El primer paso para generar excedentes es no tener deudas
fuera de control. El crédito es una herramienta que puede ayudarte a
incrementar tu patrimonio o incluso puede hacértelo perder. Es la forma en que
lo usas, la que hace la diferencia.
Por ejemplo, no es tan inteligente acudir a una venta
nocturna sin ninguna idea clara de lo que quieres o con la convicción de
aprovechar las “ofertas” con la tarjeta de crédito. Cuando compras a plazos
comprometes tus ingresos futuros, pregúntate ¿valdrá la pena?
Elabora un plan de acción para liquidar esos compromisos que
te están volviendo loca (tuyos, de tu pareja o de ambos ¡están en el mismo
barco!). Es cuestión de apretarse el cinturón por un tiempo, para aportar más y
bajarle a las deudas. Si tu caso es grave, acércate a la institución
financiera, explica tu situación y deseo por pagar.
3. Condimenta tu ahorro
¿Eres de esas mujeres súper ahorradoras, pero que lo hacen en
tandas o debajo del colchón? Esta forma de ahorrar tiene sus inconvenientes:
quien organiza la tanda se puede quedar con el dinero y no repartirlo, en tu
casa alguien puede entrar y robárselo o en una inundación perderlo.
Si ya tienes el ahorro como hábito, llevas la mitad del
camino recorrido, es momento de formalizar tu ahorro: deposítalo en una cuenta
de ahorro en una Sociedad Financiera Popular (Sofipo) o Cooperativa de
Ahorro y Préstamo Autorizadas (SCAP). Estas opciones cuentan con un seguro de
depósito que protege tus ahorros. ¡Infórmate!
4. Cuela tus gastos hormiga
¿Te ha pasado que sales de casa con un billete grande y
regresas a casa con un par de monedas pequeñas? Lo peor, es que no recuerdas
haber hecho un gasto importante. Seguro los responsables de esta catástrofe son
los gastos hormiga, ¿cuáles son estos? aquellos que aunque parezcan pequeñitos
(inofensivos), juntos pueden representar una gran fuga en tu bolsillo
(nocivos).
En realidad no es difícil detectarlos, ya que usualmente se
destinan al consumo de productos por gusto y no por necesidad. Por ejemplo:
recoges a tu hijo de la escuela y diariamente le compras un dulce de camino a
casa ¿al mes cuánto dinero representa esto?
5. Fríe los imprevistos
En la vida nada está escrito y un imprevisto puede pasarle a
cualquiera (un accidente o una enfermedad, quedarte sin empleo, la muerte de un
familiar, etcétera). Evita que te agarre con las manos vacías y desequilibre
tus finanzas. ¿Cómo? Hay dos herramientas que te ayudarán a contrarrestar este
tipo de eventos: 1) un fondo de ahorro para emergencias y 2) un seguro. Van de
la mano, es decir, son complementarios, uno no sustituye al otro.
Lo ideal es que tu fondo de ahorro sea de tres a seis meses
de tu salario actual, así podrás hacer frente, por algún tiempo, a algún evento
desafortunado que se te presente.
Esto te dará un respiro, pero en casos más graves como un
terremoto que derribe tu casa o una enfermedad crónica, tus ahorros serán como
tapar el sol con un dedo, para estos casos es preciso prevenir con un seguro.
6. Deja cuajar tus inversiones
No basta con ser una ahorradora hecha y derecha. Si tus metas
son ambiciosas como asegurar la educación universitaria de tus hijos, con tan
sólo ahorrar no vas a lograrlo, pues con el paso del tiempo el dinero pierde
valor debido a la inflación (el aumento de los precios). Para contrarrestar sus
efectos hay que invertir.
Pese a que la inversión suene como el ingrediente perfecto de
esta receta, debes saber que conlleva riesgos. Una forma de contrarrestarlo es
no poniendo todos los huevos en una canasta: invierte un poco aquí y otro poco
allá.
7. Marina tu ahorro para el retiro
Muchas mamás ponen en primer lugar a sus hijos y en segundo o
tercero… su vida profesional. Consiguen un empleo por cuenta propia o
simplemente dejan de trabajar, de cotizar y aportar a su ahorro para el retiro.
Si es tu caso, no necesitas cotizar al IMSS o al ISSSTE para
abrir una cuenta de ahorro para el retiro en una Afore y realizar por tu cuenta
aportaciones voluntarias. Hoy necesitas ver por tus hijos ¿pero mañana quién
verá por ti? Es momento de pensar en tu futuro y comenzar a construirlo. Si
eres una mamá trabajadora, incrementa tu pensión haciendo aportaciones
adicionales a las que, por Ley, te descuenta tu patrón.
8. Degusta tus logros
Mantener unas finanzas sanas no tiene por qué ser todo un
sacrificio.
Cuando veas el fruto de tu esfuerzo, disfruta de lo que has
alcanzado y prémiate con un “gustito” ¿por qué no?.
Fuente: http://www.condusef.gob.mx/Revista/